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16
Nov

Sentido del Humor.

La función intelectual del Humor

Lo normal es que cada cual experimente satisfacción al saberse lo bastante agudo como para crear o bien para apreciar en toda su amplitud el Humor.

El Humor sabe explotar una relación inesperada y discordante entre las palabras y los hechos reales. Es siempre un desafío a nuestra inteligencia.

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«Queda un momento Jesús a la puerta del Cielo, sustituyendo a San Pedro. Poco después llega un anciano fatigado que le explica: -Soy carpintero. Tuve un hijo al que quería mucho pero desapareció. He dado la vuelta al mundo buscándolo, la gente había oído hablar de él pero nadie le había visto. ¿No estará aquí?

-Jesús emocionado abre los brazos y exclama: ¡Padre!

-¡Pinocho! Grita el anciano besándole.»

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El Humor intelectual refleja la capacidad de cada cual de ampliar el discernimiento y la  inteligencia. Nos permite crear o resolver cuestiones que de otra manera en ocasiones podrían ser peliagudas, de forma agradable.

Así mismo, nos permite establecer una breve estancia entre lo absurdo y la naturaleza de los hechos y en cierto modo nos permite volver a los juegos infantiles donde la fantasía ocupa un  lugar más amplio que la lógica.

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«Mi pie izquierdo tiene envidia del derecho. Cuando adelanto el pie derecho, el izquierdo no quiere quedarse atrás y se pone delante… Y yo como un imbecil sigo andando.»

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«En laboratorio se dan recipientes de dos litros para recoger orina de 24 horas a quien es necesario realizar este análisis. Un día que estaba trabajando una auxiliar novata, se acerca un hombre para pedir el recipiente de recogida para hacer un espermiograma. La auxiliar le da el de dos litros y añade: -Si quiere le doy otro por si no tiene bastante.»

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«Pasa a la sala de Radiología un anciano muy maltrecho para realizarle un enema opaco, acompañado de una mujer más joven. Tras desvestirse y tumbarse en la camilla, la enfermera le introduce la cánula en el ano y le dice a la acompañante:

-Sujétela para que no se le salga.

-Mire, yo no conozco de nada a este señor. Pasaba por ahí y como vi que caminaba muy mal, le ayudé a entrar, y…»

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