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08
Feb

 

Niños

Chuparse el pulgar

La Incidencia en que aparece es el 30-40 % de los niños en edad preescolar y  el 10-20 % en niños mayores de 6 años.

Este hábito puede tener un efecto positivo en el niño puesto que le permite manejar mejor sus tensiones, pero también puede tener efecto negativo sobre la salud dental del pequeño y se ha asociado a:

Maloclusión.

Mordedura anterior excesivamente abierta.

Traumatismos de mucosa bucal.

Deformidad del pulgar.

También estos niños están más predispuestos a adquirir enfermedades como micosis o impétigo alrededor de la boca.

A veces chuparse el dedo tiene impacto sobre la adaptación social del niño que tiende a considerarse menos inteligente o poco feliz.

Por lo general el tratamiento de este hábito es ineficaz hasta que el niño tiene al menos 4 años o más, si ha experimentado una pérdida traumática.

Para que abandone el hábito puede tener buenos resultados la utilización de un mordedor  y tratamiento de tipo “inversión del hábito”.

Morderse las uñas

Es un hábito que ocurre en un 40 % de los adolescentes y con menos frecuencia en menores de 12 años.

Es un hábito inofensivo, pero puede producir infecciones en el dedo, caída de las uñas  e incluso trastornos dentales.

Se han ensayado diversos tratamientos.

El 15 % responde al tratamiento de untar la uñas con sustancias amargas.

Un 40 % evoluciona bien con “inversión del hábito” (definir la conducta, reconocer el momento en que aparece y sustituirlo por otro movimiento, cerrar el puño o aferrar un objeto,…).

Para tener éxito lo mejor es que el individuo haya decidido dejar de morderse las uñas y así estar motivado para tener las manos ocupadas en otras cosas.

Rabietas

Son frecuentes en niños de 2 a 4 años, la edad que da paso a una cierta autonomía de los pequeños.

Es una forma en la que el niño “echa un pulso» a padres y cuidadores.

Los niños deben recibir normas y disciplina, pero se deben evitar castigos duros.

El aspecto más importante es el de la perseverancia, fijando y manteniendo unos límites para el niño. Es fundamental que no existan contradicciones en el comportamiento y las instrucciones emitidas por los adultos próximos.

Las Rabietas suelen ser la respuesta del niño a no salirse con la suya. Y suelen ser peores si el niño está cansado, tiene sueño o está enfermo.

Cuando la Rabieta ha pasado, se debe hablar con el niño y explicarle por qué ese comportamiento no funciona y animarle a autocontrolarse.

Tartamudeo

Es un trastorno  que consiste en una alteración del lenguaje. Se caracteriza por la repetición y las prolongaciones inhabituales de sonidos, sílabas o palabras.

También pueden existir titubeos o pausas que interrumpen el ritmo y flujo normales del lenguaje.

En el Tartamudeo se repiten segmentos de palabras y se prolongan los sonidos.

La prevalencia es de alrededor del 1 % antes de la pubertad y un 0,8 % en adolescentes.

Es más frecuente en varones y a menudo hay antecedentes familiares de este trastorno.

En muchos niños aparece a los 2-3 años, cuando comienzan a hablar. Pero la mayoría no empieza a tartamudear hasta que van al colegio.

El estrés puede aumentarlo. Tambien aumenta en los niños al hablar en público, por teléfono o ante personas autoritarias.

Disminuye al leer o cantar.

Desaparece de manera espontánea en el 70 % de los niños pequeños.

Hay técnicas para tratar con éxito el tartamudeo. Pero en ocasiones estos niños han de ser derivados al Foniatra.

 

El Tema: Niños. Chupar el Dedo. Rabietas. Tartamudeo, ha sido revisado, elaborado y resumido por la Dra. María Julia Romero Martín, Especialista en Medicina Interna, para publicar en: www.tumedicoaltelefono.es

 

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